martes, 4 de diciembre de 2012

I. Virgen María (2)


VIRGINIDAD DE MARÍA
El evangelista Mateo nos ha dejado en un breve relato –sobre todo si lo comparamos con el de Lucas- la narración del nacimiento de Jesús, con unas claves que nos permiten intentar descubrir la verdad de lo que pretende comunicarnos con ello.
Lo primero que tiene claro el evangelista y pretende trasmitirnos es que fue una concepción virginal  la de Jesús. No tiene un padre humano. Su Padre es Dios mismo. Esto lo hace en primer lugar mostrándonos la génesis de Jesús a través de una genealogía. En ella va mostrando desde Abraham los sucesivos engendrados en su ascendencia. Fulano de tal engendró a mengano, éste engendró al siguiente de… y así llega hasta José donde interrumpe la sucesiva generación pues dice. “Jacob engendró a José, el esposo de María de la que nació Jesús, llamado el Mesías” (1, 16). No dice, como sería lógico si fuera el padre biológico de Jesús: José engendró a Jesús. No. Jesús no es engendrado por José. Pero dice, además, de María: “resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo (1, 18) antes de vivir juntos”, con lo que claramente está diciendo que lo concebido en María no es obra suya.
Mateo, quiere transmitirnos la verdad sobre el origen de Jesús, nos dice además expresamente, que el autor de su concepción es el Espíritu Santo, con lo que su origen no hay que ponerlo en ninguna genealogía humana sino en la acción directa de la fuerza vital –Espíritu Santo- de Dios mismo. Con lo cual nos está diciendo que en Jesús se acaba el proceso iniciado en la creación y comienza un nuevo proceso –nueva creación- inaugurado con la concepción y el nacimiento de Jesús.
Además recurre a la profecía (Is. 7, 14) “la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa Dios entre nosotros”. El concebido y nacido, además de no tener un padre humano, no es un hombre cualquiera sino que es Dios entre nosotros. Se trata de alguien que tiene su origen por una acción divina directa que inaugura una nueva creación, cosa que sólo Dios puede hacer. No es un profeta enviado por Dios como otros lo fueron. Es la presencia misma de Dios en nuestra tierra. Por eso será “salvador” –Jesús será su nombre- de todos los hombres. Juan dirá lo mismo pero de otra manera: “la Palabra se hizo carne” (Jn. 1, 14) Es Dios mismo quien ha puesto su tienda en nuestro campo.
Todo esto para las iglesias cristianas, incluida la católica, es parte de nuestros respectivos credos. En el nuestro confesamos: “et incarnatus est de Espiritu Sancto ex María Virgine et homo factus est”. Consiguientemente, es común la fe en la virginidad de María pues es la única forma de sostener que, siendo verdadero hombre, su concepción fue virginal. Pero, admitida la virginidad antes y durante el parto por la mayoría de las iglesias protestantes seria (no sectas) ortodoxos, etc..., ya no ocurre respecto de su virginidad después del parto donde protestantes y católicos se separan.
Las razones que suelen esgrimir es porque en los evangelios se habla de hermanos y hermanas de Jesús e incluso se dan nombres de algunos. También suelen recurrir a Mateo que dice expresamente que José no conoció a María “hasta que dio a luz a su primogénito” luego después parece haberla conocido: También suelen esgrimir que, de no ser así, se daría una visión muy negativa de la sexualidad, mucho más tratándose de un matrimonio.
Las respuestas, también más comunes suelen ser:
— que en los evangelios se da el nombre de las madres de algunos a los que se llama hermanos de Jesús y no es el de María.
— algunos sugieren, sin prueba alguna, que José podría ser viudo con hijos antes de casarse con María.
— otros se fijan en el término “hasta que” que en realidad significa “nunca” en el texto. Así lo utiliza la Biblia muchas veces, como por ejemplo se dice de David que no conoció a la sunamita “hasta que” murió ¿cómo iba hacerlo después de muerto? También en nuestro lenguaje común y en nuestras formas de hablar solemos utilizar estos adverbios tan absolutos con un sentido negativo rotundo, así decimos “por siempre jamás”, “no hizo nada hasta que lo mataron”…
— otros se fijan en el término hermano que en hebreo tiene un sentido más abarcante que en nuestra lengua pues con él se designa no sólo a los hijos de padre y madre, sino también a los que, por la riqueza de nuestro vocabulario, llamamos hermanastros, primos hermanos, primos segundos… En realidad el término abarca a todos los que entre nosotros designamos como “parientes”
— otros recurren a la interpretación del texto de Mateo en sentido figurado, utilizando a María y a los pretendidos hermanos y hermanas del texto en sentido simbólico. Tanto María como ellos representarían al Pueblo de Israel como verdadera madre y familia de Jesús.
Saliéndonos de las interpretaciones más comunes sobre la actitud de José, lo primero que hay que reconocer es lo que el mismo Mateo dice de él: que era un hombre justo, que entre otras cosas quiere decir cumplidor de la ley, por tanto debía denunciar aquello en lo que no había intervenido y, al mismo tiempo, debía cumplir con el amor al prójimo a lo que también obligaba la ley. Así lo presenta Mateo. Pero, estando desposado, habiendo sucedido en María esa concepción precedida de una revelación y anunciada por un mensajero divino –que en muchas narraciones se confunde con el mismo Dios- que implica algo tan importante y trascendental, etc.., no es normal que María no se lo contara ni le hiciera partícipe de su alegría y dichosa situación. Lo más lógico es pensar que, ante la grandeza de lo sucedido, se sintiera tan pequeño que quisiera retirarse. Es la grandeza del Misterio la que le deslumbra de tal forma que se siente perplejo y sin saber cuál es su papel en lo que ha anunciado el ángel a María. Por eso quiere separarse, esto es, huir ante lo que le desborda.
Es esta grandeza del mensaje la que condiciona toda la vida de María y de José y, toda ella, es sometida al fin de lo anunciado. Es lo que abarca la palabra “hágase”. Después, es la realización del mensaje la que concentra toda la vida de María, incluida su afectividad, sensibilidad y sexualidad. Es como si toda su vida se vaciara en ese hijo concebido y después dado a luz… No se desea más ni se busca. Su satisfacción está en su hijo que es de tal naturaleza que acapara todo su deseo. Por eso, sin despreciar otras razones, podemos decir razonablemente que fue virgen después del parto porque toda ella se vació en el hijo que engendró.

No hay comentarios: