VIRGINIDAD DE MARÍA
El evangelista
Mateo nos ha dejado en un breve relato –sobre todo si lo comparamos con el de
Lucas- la narración del nacimiento de Jesús, con unas claves que nos permiten
intentar descubrir la verdad de lo que pretende comunicarnos con ello.
Lo primero que
tiene claro el evangelista y pretende trasmitirnos es que fue una concepción
virginal la de Jesús. No tiene un padre
humano. Su Padre es Dios mismo. Esto lo hace en primer lugar mostrándonos la
génesis de Jesús a través de una genealogía. En ella va mostrando desde Abraham
los sucesivos engendrados en su ascendencia. Fulano de tal engendró a mengano,
éste engendró al siguiente de… y así llega hasta José donde interrumpe la
sucesiva generación pues dice. “Jacob engendró a José, el esposo de María de la
que nació Jesús, llamado el Mesías” (1, 16). No dice, como sería lógico si
fuera el padre biológico de Jesús: José engendró a Jesús. No. Jesús no es
engendrado por José. Pero dice, además, de María: “resultó que esperaba un hijo
por obra del Espíritu Santo (1, 18) antes de vivir juntos”, con lo que
claramente está diciendo que lo concebido en María no es obra suya.
Mateo, quiere
transmitirnos la verdad sobre el origen de Jesús, nos dice además expresamente,
que el autor de su concepción es el Espíritu Santo, con lo que su origen no hay
que ponerlo en ninguna genealogía humana sino en la acción directa de la fuerza
vital –Espíritu Santo- de Dios mismo. Con lo cual nos está diciendo que en
Jesús se acaba el proceso iniciado en la creación y comienza un nuevo proceso
–nueva creación- inaugurado con la concepción y el nacimiento de Jesús.
Además recurre
a la profecía (Is. 7, 14) “la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá
por nombre Enmanuel, que significa Dios entre nosotros”. El concebido y nacido,
además de no tener un padre humano, no es un hombre cualquiera sino que es Dios
entre nosotros. Se trata de alguien que tiene su origen por una acción divina
directa que inaugura una nueva creación, cosa que sólo Dios puede hacer. No es
un profeta enviado por Dios como otros lo fueron. Es la presencia misma de Dios
en nuestra tierra. Por eso será “salvador” –Jesús será su nombre- de todos los
hombres. Juan dirá lo mismo pero de otra manera: “la Palabra se hizo carne” (Jn.
1, 14) Es Dios mismo quien ha puesto su tienda en nuestro campo.
Todo esto para
las iglesias cristianas, incluida la católica, es parte de nuestros respectivos
credos. En el nuestro confesamos: “et incarnatus est de Espiritu Sancto ex María
Virgine et homo factus est”. Consiguientemente, es común la fe en la virginidad
de María pues es la única forma de sostener que, siendo verdadero hombre, su
concepción fue virginal. Pero, admitida la virginidad antes y durante el parto
por la mayoría de las iglesias protestantes seria (no sectas) ortodoxos, etc...,
ya no ocurre respecto de su virginidad después del parto donde protestantes y
católicos se separan.
Las razones que
suelen esgrimir es porque en los evangelios se habla de hermanos y hermanas de
Jesús e incluso se dan nombres de algunos. También suelen recurrir a Mateo que
dice expresamente que José no conoció a María “hasta que dio a luz a su
primogénito” luego después parece haberla conocido: También suelen esgrimir
que, de no ser así, se daría una visión muy negativa de la sexualidad, mucho
más tratándose de un matrimonio.
Las respuestas,
también más comunes suelen ser:
— que en los evangelios
se da el nombre de las madres de algunos a los que se llama hermanos de Jesús y
no es el de María.
— algunos sugieren, sin
prueba alguna, que José podría ser viudo con hijos antes de casarse con María.
— otros se fijan en el
término “hasta que” que en realidad significa “nunca” en el texto. Así lo
utiliza la Biblia muchas veces, como por ejemplo se dice de David que no
conoció a la sunamita “hasta que” murió ¿cómo iba hacerlo después de muerto?
También en nuestro lenguaje común y en nuestras formas de hablar solemos
utilizar estos adverbios tan absolutos con un sentido negativo rotundo, así
decimos “por siempre jamás”, “no hizo nada hasta que lo mataron”…
— otros se fijan en el
término hermano que en hebreo tiene un sentido más abarcante que en nuestra
lengua pues con él se designa no sólo a los hijos de padre y madre, sino
también a los que, por la riqueza de nuestro vocabulario, llamamos
hermanastros, primos hermanos, primos segundos… En realidad el término abarca a
todos los que entre nosotros designamos como “parientes”
— otros recurren a la
interpretación del texto de Mateo en sentido figurado, utilizando a María y a
los pretendidos hermanos y hermanas del texto en sentido simbólico. Tanto María
como ellos representarían al Pueblo de Israel como verdadera madre y familia de
Jesús.
Saliéndonos de
las interpretaciones más comunes sobre la actitud de José, lo primero que hay
que reconocer es lo que el mismo Mateo dice de él: que era un hombre justo, que
entre otras cosas quiere decir cumplidor de la ley, por tanto debía denunciar
aquello en lo que no había intervenido y, al mismo tiempo, debía cumplir con el
amor al prójimo a lo que también obligaba la ley. Así lo presenta Mateo. Pero,
estando desposado, habiendo sucedido en María esa concepción precedida de una
revelación y anunciada por un mensajero divino –que en muchas narraciones se
confunde con el mismo Dios- que implica algo tan importante y trascendental, etc..,
no es normal que María no se lo contara ni le hiciera partícipe de su alegría y
dichosa situación. Lo más lógico es pensar que, ante la grandeza de lo
sucedido, se sintiera tan pequeño que quisiera retirarse. Es la grandeza del
Misterio la que le deslumbra de tal forma que se siente perplejo y sin saber
cuál es su papel en lo que ha anunciado el ángel a María. Por eso quiere
separarse, esto es, huir ante lo que le desborda.
Es esta
grandeza del mensaje la que condiciona toda la vida de María y de José y, toda
ella, es sometida al fin de lo anunciado. Es lo que abarca la palabra “hágase”.
Después, es la realización del mensaje la que concentra toda la vida de María,
incluida su afectividad, sensibilidad y sexualidad. Es como si toda su vida se
vaciara en ese hijo concebido y después dado a luz… No se desea más ni se
busca. Su satisfacción está en su hijo que es de tal naturaleza que acapara
todo su deseo. Por eso, sin despreciar otras razones, podemos decir
razonablemente que fue virgen después del parto porque toda ella se vació en el
hijo que engendró.
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