domingo, 13 de enero de 2013

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 8: Esta opción por la evangelización es personal y comunitaria

* Un famoso pedagogo escribía: “nadie libera a nadie, nadie se libera solo, el hombre se libera en comunidad”. Y nosotros podemos decir: nadie evangeliza a nadie, nadie se evangeliza solo, el hombre se evangeliza en comunidad.
* No podemos olvidar, pensando desde nuestra fe, que el hombre, cada hombre, es llamado por Dios a la comunión con él, esta llamada es su “alma” pero que no se hace efectiva sino por el conocimiento y el amor en reciprocidad. Lo mismo que utiliza la mediación de los padres para hacerlo carne, necesita —porque así lo ha querido—  una mediación para que, lo que es constitutivamente, llegue a serlo conscientemente y viva en consecuencia. Que pueda conocer su nombre, vivir en su familia, estar conscientemente en comunión con Él. En esta línea de mediación se sitúa siempre la evangelización, pues no podemos olvidar que es en su Hijo donde hemos tenido esa noticia. Él es el Evangelizador y el Evangelio.
* Esta comunión con Dios donde se ha realizado plenamente es en el Hijo donde, siendo comunión divina, se identifica con su mismo Espíritu que es comunión en reciprocidad, por ello, en el hombre Jesús de Nazaret, la llamada a la comunión y su realización se han hecho definitivas, y, en Él y solo en Él, tiene cualquier humanidad la posibilidad de realizarse.
* Lograr que toda humanidad tenga acceso consciente a Jesús, para ser Humanidad de Cristo y viva la comunión con Dios —vivir en el Espíritu—, es la mediación que el N. Testamento y la Tradición eclesial asigna al Espíritu Santo.
* La tarea del Espíritu es establecer la comunión y esto funda precisamente a la Iglesia, que, en su ser más intimo, no es otra cosa que comunión; por esto se llamó al Espíritu “alma” de la Iglesia. Esta comunión es constituyente, lo es con el Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo. Este es su Misterio. Su ser profundo. Y esto es lo que ella nos da como mediación necesaria querida por Dios: el Espíritu de comunión que nos hace humanidad de Cristo. Esto es esencial, sin esto no hay Iglesia de Dios.
* Las comunidades de la Iglesia, donde ella se realiza para responder siempre a su ser intimo —autenticidad—, necesitan recurrir siempre al Espíritu de Comunión. De otro modo pueden ser muy comunitarias sin responder a lo que son (comunitarismo) y dando otros espíritus que, ciertamente, no son el Espíritu de comunión.
* Esta comunión profunda que nace del Espíritu de Comunión, no solo no anula a las personas sino que, actuando en lo más radical que las constituye y diferencia —su ser personal—, completa la riqueza del conjunto para que sea el conjunto quien pueda presentar, o mejor re-presentar, a Jesucristo, pues es Él de tal magnitud que no hay individualidades que lo puedan hacer. Solo la totalidad —comunidad eclesial— respondiendo al Espíritu de Comunión puede ser extensión representativa de su Humanidad.
* Por esto las comunidades originarias tenían conciencia de que evangelizaban primariamente por lo que eran y vivían. Y aquí está quizá el nervio de la nueva evangelización o vivimos la comunión eclesial o no hay forma de evangelizar en la actual situación.
* Porque sólo la comunión eclesial vivida permite:
— la identidad cristiana de las personas y las comunidades ¿cómo se puede acometer una evangelización sin identidad total de las mismas? Sin esto, o con solo identificaciones parciales, no seriamos una mediación coherente.
— la pertenencia.
— la participación corresponsable.
— la pluralidad de ministerios, servicios, funciones y carismas.
— la jerarquización de ministerios, de verdades, valores, proyectos, ‑etc.
* Pero, sobre todo, la evangelización misma, pues ésta y la comunión son conceptualmente diferentes pero realmente son lo mismo. El mismo termino lo indica “comunione —común unión— cum munere —común tarea—. No hay posibilidad de misión sino desde la comunión y para establecer la comunión.
POR TANTO: o asumimos todos la tarea desde una comunión vivida en comunidad o quedamos la evangelización sin principio, sin contenido y sin finalidad.

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