martes, 2 de abril de 2013

II.- Jesús también mira (1)

  Mira a su alrededor
Son muchas las veces que los evangelistas nos refieren que Jesús miró a su alrededor, a personas, grupos y gentes muy diversas y en situaciones muy distintas. Se mira alrededor cuando uno se ve rodeado bien sea de gente con quien gusta estar o bien con quienes nos disgusta, pues quienes nos rodean manifiestan siempre o acogido o indiferencia o rechazo. Con Jesús pasa lo mismo.
Unos lo hacen con mala idea, espiándole para ver “si cura en sábado” (Mc. 3, 2) y acusarle. Otros con una mezcla de incredulidad y sorpresa: “la sinagoga tenía los ojos clavados en Él” (Lc. 4, 20). Otros pidiéndole ayuda “te ruego que te fijes en mi hijo” (Lc. 9, 38). Otros comprendiendo la dificultad del momento “viendo los que estaban con Él lo que iba a pasar” (Lc. 22, 49). Otros con curiosidad ante el espectáculo macabro de su crucifixión, “el pueblo estaba mirando” (lc. 23, 35) porque habían visto lo sucedido y “la muchedumbre que había acudido al espectáculo al ver lo ocurrido se volvió a la ciudad dándose golpes de pecho” (Lc. 23, 48). Otros son “dichosos porque ven” (Mt. 13, 16) y otros “desearán ver al Hijo del Hombre y no lo verán” (Lc. 24, 31), los habrá también a “quienes se le abrirán los ojos y lo reconocerán con gozo” (Lc. 24, 31).
Fueron muchas las miradas y muy diversas las que se produjeron en aquellos que por un motivo u otro rodearon a Jesús. Él también los miró. Sentirlos alrededor indicaba cercanía. Su mirada expresaba que se fijaba en ellos, no fue un simple verlos. Los discípulos en cierta ocasión le dijeron: “ves que la gente te apretuja y sales preguntando ¿quién me ha tocado? Él seguía mirando alrededor para ver quien había sido” (Mc. 5, 32). Él, con su mirada buscaba a la persona, no buscaba otra cosa.
Así lo hace también cuando quiere resaltar algo para poner las cosas en su sitio: paseando la mirada por quienes estaban sentados alrededor dijo: “aquí tenéis a mi madre y mis hermanos” (Mc. 3, 34). Otras veces la mirada alrededor quiere resaltar algo que antes ha hecho o expresado, así, ante uno que se le acercó, fiel cumplidor de la ley desde su infancia, y a quien miró con cariño, al verlo entristecerse y marcharse cuando le propuso seriamente su seguimiento, porque era muy rico, Jesús quiere manifestar el peligro de las riquezas para entrar en el Reino, por eso presta toda su atención al grupo de discípulos que le rodea: “mirando alrededor” (Mc. 10, 23), fija su mirada en ellos porque lo que va a decir a continuación es algo muy importante al respecto.
Otras veces la mirada en torno es, ante quienes quieren acusarlo. Como una provocación que, por un lado, resalta que lo que va a hacer es importante y, por otro, dejar en ridículo ante la gente a sus adversarios “y echando una mirada en torno a todos” (Lc. 6, 10). También, después  de narrarle una parábola, y darse cuenta de que iba por ellos “Él se les quedó mirando” porque lo que les iba a decir requería toda la atención: “todo el que cae sobre ella (la piedra angular) se estrellará y, si ella cae sobre alguno, lo hará trizas” (Lc. 20, 18).
El evangelista Mateo suele utilizar más el verbo ver para expresar las actitudes de Jesús con las gentes. Así nos dirá; “que al ver Jesús el gentío” (Mt. 5, 1) reúne a los discípulos y les enseña las bienaventuranzas. En otra ocasión “viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente” (Mt. 8, 18) se marchó a la otra orilla del lago. Pero el evangelista señala lo que la vista de la multitud suele provocar en Jesús, así “al ver a las muchedumbres sintió lástima” (Mt. 9, 36) o “vio una multitud y sintió lástima” (Mt. 14, 14).
No sólo ve o mira a personas o multitudes, también “echa un vistazo todo alrededor del templo” (Mc. 11, 11) y, en otra ocasión fijará la visión en el templo para anunciar su ruina a los discípulos: “¿Veis todo eso, verdad? Os aseguro que lo derribarán hasta que no quede ahí piedra sobre piedra” (Mt. 24, 2).



No hay comentarios: