sábado, 7 de marzo de 2015

I. Curación de un ciego

Llegaron a Betsaida y le llevaron un ciego pidiéndole que lo tocase. Cogiéndolo de la mano, lo sacó de la aldea, le escupió en los ojos, le aplicó las manos y le preguntó:
— ¿Ves algo?
Empezó a distinguir y dijo:
— Veo a la gente, me parecen árboles que andan.
Le aplicó otra vez las manos a los ojos; el hombre vio del todo; estaba curado y lo divisaba todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole:
—¡Ni entrar siquiera en la aldea!
Jesús tuvo un problema serio con sus discípulos. Él quiso una comunidad de discípulos, representada en los Doce, para que “estuvieran con Él y anunciaran la Buena Noticia”. Era como una alternativa a lo que la institución judía promovía, exigía y explotaba. Estos discípulos estaban entre los descontentos con la institución. Anhelaban una alternativa y creen que en la invitación al seguimiento por parte de Jesús la van a encontrar y optan por seguirle. Pero su mentalidad, después de acompañarle en el seguimiento, sigue siendo la misma, fiel a las instituciones judías en lo esencial —Alianza, Promesa, Sábado, Templo, fiestas establecidas— pero interpretadas y vividas como lo hacía la institución y seguía fielmente el pueblo sencillo. Todo un conjunto que potenciaba el carácter único y excepcional de la descendencia de Abraham —pueblo judío como pueblo de Dios— con un mesianismo de corte davídico que llevaba consigo la preferencia de Yahveh por su pueblo y el desprecio absoluto de lo que no pertenecía a él o no cumplían sus tradiciones: gentiles, publicanos y prostitutas.
Jesús se sale de esa cosmovisión judía. Él es la presencia “Dios con nosotros” “el Verbo hecho carne” íntima de un Dios que “es amor” y, consiguientemente, el amor que tiene al hombre y al mundo es un amor universal. Jesús no hace ascos a la relación con los paganos y gentiles ni con los pecadores porque quiere que la salvación de Dios llegue a todos. Es el taumaturgo divino que no viene a curar a los sanos —o que se lo crean— sino a los enfermos. Su amor es universal.
Pero sus discípulos no están con Él para eso, que fue para lo que los llamó, ni para anunciar la Buena Noticia que era el anuncio de que Dios amaba a todos sin exclusivismos ni privilegios. Es esta mentalidad que tienen la que se la juega frecuentemente.
Marcos ha querido reflejar esta tensión en la curación del ciego que nos ocupa. Ellos forman con Jesús un grupo que no llega a ser comunidad porque, ciertamente, acompañan a Jesús, le siguen en sus desplazamientos, participan incluso en misiones que les encarga puntualmente... pero comunión con Él no la hay porque en ese seguimiento que hacen no hay identificación con Él. Siguen pensando lo mismo e, incluso, buscan sus intereses particulares y egoístas como veremos a lo largo de toda esta instrucción. La ceguera, entonces, es toda una imagen del mal que padecen estos hombres. Marcos lo ve también en su comunidad a la que escribe transmitiéndole estas instrucciones de Jesús a los suyos.
Marcos ha compuesto la escena magistralmente. Estaban en la aldea. Es un término contrapuesto a casa. La casa es la imagen de la comunidad, la aldea no. En ella se siguen otros criterios, otras creencias, otras fidelidades.... Que no sólo no son los de la comunidad, sino que son los que promueve la institución judía y que son contrarios a los suyos. Por eso lo primero que hace Jesús es sacar al ciego de la aldea. Allí no puede remediar su ceguera. Luego lo lleva de la mano porque solamente conducido por Él puede encontrar la luz. Es lo que ha hecho y está haciendo con los discípulos, pero es éste un trabajo costoso, la ceguera que padecen ofrece mucha resistencia que no puede ser superada de una vez, aunque unte sus ojos con saliva y le imponga las manos. Aunque no vence a la ceguera a la primera, sí la mejora, pues el ciego comienza a ver hombres difusamente, ya que le parecen árboles que se mueven.
La curación comienza por la visión de hombres, cuando comienza a superarse el aislamiento que produce la ceguera. Ver hombres y estar con ellos es el camino para descubrir al Hombre: solamente en Él dejarán de verse árboles en los hombres. En Él se verán en su dignidad y grandeza. Pero esto necesita más imposiciones de manos para ver con claridad. Marcos está relatando, con cuatro palabras, todo el proceso a seguir para, superando la ceguera, pueda verse la Luz.
Pero no se puede volver a la aldea, es decir, volver a las andadas. No se puede ni tener su mentalidad, ni seguir sus criterios ni vivir su vida. Su sitio no está ya en la aldea sino en la casa, viviendo en la Comunidad donde los hombres no son árboles sino personas y donde el Hombre es su centro: “Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea” (Mc. 8,26).
El seguimiento demanda la conversión y ésta lo primero que pide es abandonar todo lo que impide el seguimiento.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

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