sábado, 7 de marzo de 2015

VI.- La impotencia de la comunidad ¿a qué se debe?


Al llegar a donde estaban los otros discípulos vieron mucha gente alrededor y a unos letrados discutiendo con ellos. La presencia de Jesús causó sensación y toda la gente corrió a saludarlo.
Él les preguntó:
— ¿De qué discutís?
De entre la gente le contestó uno:
— Maestro te he traído a mí hijo, que tiene un espíritu que no le deja hablar; cada vez que lo agarra lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han podido.
Él les contestó:
—¡Gente sin fe! ¿Hasta cuando tendré que estar con vosotros? ¿hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.
Se lo llevaron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al niño; cayó por tierra y rodaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre:
—¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?
Contestó:
— Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha tirado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.
Jesús le replicó:
—¡Ese “si puedes”! Todo es posible para el que tiene fe.
Entonces el padre del muchacho gritó:
— Fe tengo, pero ayúdame tú en lo que me falte.
Jesús al ver que acudía gente corriendo, increpó al espíritu inmundo, diciéndole:
—¡Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de éste y no vuelvas a entrar en él.
Entre gritos y violentas convulsiones salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa sus discípulos le preguntaron aparte:
—¿Porqué no pudimos echarlo nosotros?
Él les respondió:
— Esta ralea no sale más que a fuerza de oración.
Nada más bajar del monte van a reunirse con el resto de la comunidad de discípulos. Por el camino Jesús prohíbe a los tres que cuenten lo acontecido en el monte hasta que Él resucite de entre los muertos. Y dice el evangelista que ellos “no entendieron eso de resucitar de entre los muertos”. Es una forma elegante de decir que siguen con la misma mentalidad que tenían antes de haber tenido la experiencia de la transfiguración.
Al llegar a donde estaban los otros se encuentran con que no han sido capaces de curar a un chiquillo epiléptico y el padre le suplica que lo cure. Ante su petición lo hace. La pregunta surge espontáneamente ¿por qué ellos —la comunidad— no han sido capaces de curarlo?
Se trataba de un chiquillo. El término se aplicaba no a un niño —infante— sino a muchachos en edad de la pubertad. Solían ser servidores en casa propia o ajena, desde acarrear agua o atender la mesa, desde ayudar en la cocina hasta lavar los pies a los padres o mayores en vez de la esposa. Al tratarse de un epiléptico y confrontar la actitud del padre con la de los discípulos es muy posible que Marcos quiera presentarnos simbólicamente cómo tiene que comportarse la comunidad de creyentes para remediar los problemas de quienes están impedidos para el servicio a los demás. La comunidad —el padre y los vecinos— traen al muchacho para que los discípulos lo curen. Al ser discípulos de Jesús y éste tener fama de taumaturgo creen que sus seguidores tienen también —por serlo— el poder de curar y remediar el problema del muchacho. No pueden, lo que provoca la discusión con fariseos y vecinos. Al aparecer Jesús, el padre, decepcionado por el fracaso de su recurso a estos, recurre a Él. No tiene mucha fe en Él pues le dice “si puedes” y, al decirle Jesús que todo lo puede el que tiene fe, dice: “creo pero ayuda mi falta de fe”. Ante la necesidad sentida y la escasez de su fe, se produce la actuación de Jesús.
¿Qué nos quiere presentar Marcos con un episodio como éste en medio de una instrucción a la comunidad?
El chiquillo es todo un símbolo de la situación del pueblo vapuleado por las imposiciones de sus dirigentes en forma no solo de impuestos sino, lo que es más grave, creándole una mentalidad que le domina, privándole de su libertad y sometiéndole a todas las aberraciones propias de un poseso. Es una mentalidad fanática que lo mismo lo tira al suelo del sometimiento que lo queda en la rigidez de sus intransigencias. Un pueblo dominado por una mentalidad y sometido a unas instituciones de las que ni sabe ni puede ni se le ocurre salir.
Recurrir a los discípulos no es un recurso hábil. Ellos no pueden liberar a este pueblo de la mentalidad que le han creado sus dirigentes. La razón está en que ellos participan de esa misma mentalidad. Aunque están con Jesús no han abandonado el apego a lo que que siempre han vivido, de ahí su impotencia. Tendrían que abandonar esa mentalidad y su fanatismo. Jesús les dice a todos “generación incrédula... hasta cuando estaré con vosotros y os tendré que soportar”. Sólo desde la libertad es posible la fe; la incredulidad nace y produce esclavitud. Desde el fanatismo no es posible la libertad y, consiguientemente, la fe.
Pero ¿cómo salir de la situación y, por tanto, poder curar esa mentalidad en uno mismo y en la entera comunidad? En primer lugar tomando conciencia de la carencia de fe que se padece. Es lo que hace el padre del chiquillo. Sabe que tiene poca fe y entonces se la pide a aquel que puede dársela. En el hecho de pedirla ya se está disponiendo a recibirla. Es lo que tiene que hacer la comunidad de seguidores. No lo ha hecho por eso ni se han liberado solos ni pueden liberar a nadie. Salir de esa mentalidad y de esos influjos no tiene cura sin libertad y ésta solo se puede obtener orando, que es disponiéndose a recibirla. Jesús se lo dice a la comunidad de sus discípulos y Marcos se lo ha transmitido a todas las comunidades de seguidores: “esta ralea solo puede salir con oración”.
http://manuelmanzano.blogspot.com.es/p/instrucciones-la-comunidad.html

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