sábado, 7 de marzo de 2015

VII.- Su comunidad tiene miedo a preguntarle


Se marcharon de allí y atravesaron Galilea sin detenerse, no queriendo que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
— A este Hombre lo van a entregar en manos de los hombres y lo matarán, pero después que lo maten, a los tres días resucitará.
Ellos no entendían sus palabras, y les daba miedo preguntarle.
Va instruyendo a sus discípulos y Marcos coloca aquí el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Ya el primer anuncio iba precedido de las palabras “y empezó a instruirlos”, y, ahora en el segundo también va precedido de la referencia a la instrucción. ¿Por qué centrar la instrucción en la pasión, muerte y resurrección? ¿Tan importante era para ellos y su misión?
Sí, lo era.
Porque quería destruir la mentalidad de la que no se habían desprendido, que conllevaba la concepción del mesianismo que querían ver realizado en Jesús y que no era el que Jesús pretendía. En estos anuncios ya advertía a su comunidad cómo era el Mesías y qué desenlace tendría. Su destino pasaría por tener que dar la vida mediante la pasión y la muerte, pero ni se detendría ni se acabaría ahí. Su final era la resurrección. Pero ellos no entendían lo que decía. ¿Cómo iban a entenderlo si lo que tenían en sus cabezas era que el mesías no moriría y que al llegar a Jerusalén establecería el reino, no el de Dios sino el de David? No podían entenderlo. Lo cual nos pone de manifiesto lo difícil que es cambiar una mentalidad cuando ésta ha arraigado en una persona o en un grupo. Y a ellos no les faltaban referencias para poder entender lo que Jesús quería. Llevaban tiempo acompañándole, le habían visto cómo vivía, cómo enseñaba, les había explicado lo que no entendían, le habían visto hacer milagros, cómo oraba... todo lo que con Él habían convivido y en todo se traslucía un amor sin condiciones. Tan grande que encajaba en Él perfectamente lo de arriesgarse hasta dar la vida. Horrible la ceguera que produce una mentalidad torcida. Y, si temible es en una persona, ejemplos hay en la historia de hasta dónde puede llegar cuando se da en una comunidad.
Pero más horrible es la consecuencia a la que llegan estos discípulos. Dice el texto que “no entendían lo que decía y les daba miedo preguntarle”. No entender lo que nos dicen puede ser porque no nos lo exponen con claridad, o por la complejidad de lo que nos dicen, pero a veces ocurre que no se entiende porque lo que nos comunican nos provoca tal disgusto o desazón que, en realidad, no queremos entenderlo, provocando tal aluvión de razones o pseudorazones, de relaciones con otras cosas desagradables que provocan un enmarañamiento que nos impide entender lo que nos dicen. Esto debió pasar en los discípulos. Les resultaba tan desagradable lo que les decía Jesús, porque contradecía su mentalidad y sus intereses, que preferían no entenderlo. Esto lo confirma que “les daba miedo preguntarle”. En muchas ocasiones le habían preguntado porque no habían entendido algún dicho, alguna parábola o algún hecho y Jesús se lo había explicado. ¿Por qué en esta ocasión les da miedo preguntarle?
En primer lugar porque se fijan sólo en la negatividad de lo que supone la pasión y la muerte. Aparentemente no hay cosa más negativa que una muerte, sobre todo si se la considera como acabamiento y final de una vida. Pero esto no será así en Jesús, no dirá lo último y definitivo sobre Él. Será el paso necesario a lo que sí será la última palabra, pero ésta no pronunciada por la muerte, sino por Dios. Será Vida y ésta definitiva. Se lo dice expresamente, pues a continuación de pasión y muerte anuncia su resurrección. Pero en ella no se fijan.
Y, en segundo lugar les da miedo preguntarle porque lo que Jesús anuncia no es lo que ellos esperan. Tener que pasar por la pasión y muerte significa tanto como que el tinglado que ellos tienen montado en sus cabezas, y que esperan que se realice, se les venga abajo. Ni habrá institución del reino davídico, ni habrá primeros puestos, ni habrá glorias mundanas. El Reino que Jesús anuncia es el de Dios. Ellos, de lo que habían discutido por el camino, era sobre quién era el más importante. En el Reino que Jesús quiere para su comunidad es “quién quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”.
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