sábado, 7 de marzo de 2015

XIV.- Cómo conseguir vida plena


Estaba Él saliendo al camino cuando se le acercó uno corriendo, se le arrodilló y le preguntó:
— Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar vida eterna?
Él le contestó:
— ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno más que uno, Dios. Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.
Él declaró:
— Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven.
A esto, Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño y le dijo:
— Una cosa te falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; y, anda, sígueme a mí.
A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido pues tenía muchas posesiones.
Era un hombre joven angustiado porque no sabía como obtener vida definitiva. Jesús lo miró con cariño. Él cumplía la Ley desde su juventud. Cuando Jesús le recuerda que eso le basta para tener vida definitiva lo miró con cariño, otros traducen “le amó”, porque no cumplía algún mandamiento sino todos los que le recordó Jesús que, además, eran los que de ellos hacían relación con el prójimo y la justicia que le debemos. Verdaderamente un hombre ejemplar que podía darse por satisfecho pues su cumplimiento le bastaba para heredar vida definitiva y, desde luego, para no estar angustiado.
Pero Jesús, que le ha tomado cariño, quiere que disfrute de su amor teniéndole cerca, que salga de los estrechos límites de la Ley y se adentre por los caminos de la gracia; salga de los cumplimientos y de alas a su libertad por el amor y la amistad que puede darle su cercanía. Para ello debe dejarlo todo y seguirle a Él. Esto abarcaba lo que poseía, pero no solo en el orden material, sino también su mentalidad, la búsqueda de méritos para conseguir esa vida cuya posesión le angustiaba. No bastaba el dejarlo todo, debía embarcarse en un seguimiento, primero repartiendo todo lo que dejara con quien lo necesitase. ¿Por qué éste dárselo a los necesitados? Porque no basta que él sea bueno, que cumpla con la justicia que le piden los mandamientos. Es que hay que establecer la justicia restituyendo lo que injustamente se ha acumulado. Hay acumulación cuando no se ha compartido y no se ha cargado con el peso de los pobres que nos concierne a todos. Debe restablecer la igualdad en la parte que le corresponde. Solo restableciendo la justicia y creando igualdad puede emprender en libertad el seguimiento y puede mirar a la cara a los que han seguido a Jesús dejándolo todo y, siguiéndole, han formado su comunidad. Esto es, los que han optado por la pobreza y tienen a Dios por Rey.
El hombre joven tiene buena disposición y, personalmente, al cumplir los mandamientos que hacen relación al prójimo, es claro que él no ha cometido injusticia alguna. Esto le abre las puertas de la vida. Esto le basta, pero no para el seguimiento y la pertenencia a la comunidad de Jesús. Tiene lo mínimo necesario pero no lo es para seguir a Jesús que demanda la renuncia a lo que se ha acumulado que es lo que produce injusticia. Hay acumulación cuando uno se apropia de bienes que pertenecen a todos, bien apropiándoselos por procedimientos injustos o bien porque se rompe la igualdad de todos no compartiendo con quien no tiene. Es decir, no carga con el peso de los pobres, que es tarea de todos los que poseen bienes aunque los hayan adquirido legítimamente.
Pero, además, el hombre joven olvida algo muy importante. Él está preocupado por la vida futura, la vida eterna o definitiva. Esa vida se construye ya aquí. Es la otra dimensión de esta vida pues nos movemos entre “el ya y el todavía no”. Por tanto la injusticia hay que destruirla ya aquí y la justicia tiene que implantarse no en un futuro sino ya aquí, en esta sociedad y en este mundo. Uno puede ser muy justo en todos sus asuntos personales pero es injusto si no lucha contra la injusticia social y va restableciendo la igualdad rota por la acumulación de la que él disfruta.
La invitación que le hace Jesús termina en fracaso. La razón fue porque era muy rico. Acumulación y seguimiento son incompatibles.
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