miércoles, 9 de enero de 2013

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 5: Actitudes deficientes para encarar la situación

Pasamos a ver ahora actitudes que nos parecen deficientes e incorrectas y que están sacadas de la realidad observada. Unas son un auténtico freno para salir de la situación en fidelidad. Otras podrían deformarla equivocando caminos y produciendo más desorientación.
* PROVIDENCIALISMO: siempre ha habido dificultades, la Iglesia ha pasado por crisis peores, etc. pero las puertas del infierno no prevalecerán, sobre ella, Dios siempre la ha sacado adelante. Esta actitud supone una idea falsa de Dios —un Dios intervencionista, actor inmediato en la historia, excluyente de la acción libre del hombre y cuya acción se sitúa como una causa más intramundana—, no dice que en las crisis muchos quedaron sin es­peranza ni el gozo de la salvación, por la desidia humana y que, si se superaron, fue con el concurso de hombres con un corazón convertido, que sembraron sin ver el fruto, secundando la llamada del Espíritu en una respuesta incondicional y agradecida. Dios no moverá un dedo que nosotros tengamos que mover.
* INDIVIDUALISMO: yo a lo mío yo me defiendo, yo tengo mis propios planes, yo... y sálvese quien pueda. Es una actitud egoísta, con un desconocimiento supino de una visión completa de la fe, la salvación y la Iglesia, que incluyen en su naturaleza la dimensión comunitaria. Aparte que da por sentado que alguien tiene que quedarse sin salvación.
* ARQUEOLOGISMO: dejémonos de planes y proyectos, volvamos al principio a las primeras comunidades, amándonos los unos a los otros, que con esto basta. Supone un desconocimiento grande de la vida de aquellas comunidades, da por sentado que los proyectos y novedades son malos, huye de la dificultad y desconoce la inculturación necesaria si seguimos la ley de la encarnación.
* EVASIONISMO: atribuye la causa de la situación a cosas desproporcionadas, como los enemigos de la Iglesia, el secularismo, las maniobras de tal o cual partido, la iglesia oficial o el vaticano. Atribuyendo la responsabilidad a algo tan desproporcionado, se hunden en la desesperanza y, en vez de reconocer la parte de responsabilidad que nos toca a cada uno para ponerle remedio, se evaden del presente refugiándose en lo que siempre se hizo a la espera de tiempos mejores.
* DESESPERANZA: ya no tengo edad, estoy gastado, he dado lo que tenía que dar, ya he dado bastante, no son tiempos para ilusiones.... es tan difícil y grave la situación que ni sé qué hacer ni lo intento por creerlo inútil. Es un desconocimiento enorme de las maravillas que Dios hace en cada persona y en cada  edad, y de valoración de la riqueza individual, pero, sobre todo, ignora que en una comunidad verdadera cada uno tiene su sitio y, la riqueza individual que ponemos en común, completa lo que nos falta individualmente.
* PANEVANGELISMO: todo es evangelización, y todo lo que hacemos también, lo importante es trabajar, lo mismo vale esto que aquello con tal que se realice, sea promoción humana como si es predicación, planes hay de sobra lo necesario es el trabajo. Así se corre el riesgo de trabajar sin sentido y, posiblemente, en lo que no es evangelización ni misión propia. Como después veremos solo Jesucristo es Evangelio y si esto lo dejamos de hacer.... y un buen plan siempre será conveniente, al menos para evitar repeticiones y para no agotarnos en ellas.
* OPTIMISMO DESMEDIDO: confianza exagerada en que la organización, los planes pastorales, la técnica pastoral, resolverá por si sola los problemas de esta situación. Cierto que todo esto es útil,  pues puede racionalizar el trabajo pero, confiarlo todo a ella, es exagerado pues, si nosotros no cambiamos y si no ponemos a los demás en trance de conversión, no hay evangelización posible ni salida airosa de la situación. Perderemos una vez más el tren de la historia.
* OTRAS ACTITUDES DEFICIENTES:
— Sustituir la acción evangelizadora por otras que no lo son aunque sean cristianas.
— Transformar la evangelización en acción humana de cuño ético y pretensión política.
— Inclinación a la praxis revolucionaria como medio eficaz de conseguir la transformación.
— Diluir lo cristiano en referencia implícita a Cristo.


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